Así se controla la plaga de langostas en Kenia

A principios de 2020, una plaga que no se había visto en décadas irrumpió en el Cuerno de África: miles de millones de langostas cruzaron las fronteras de la península arábiga, sin pasaporte ni permiso alguno, y arrasaron tierras y campos de cultivo, poniendo en peligro la seguridad alimentaria de hasta 32 millones de personas, según alertó en aquellos primeros momentos la Agencia de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Tras una serie de sequías e inundaciones cíclicas, las variaciones climáticas extremas que sufrió esta región durante el año anterior crearon el perfecto caldo de cultivo para que estos insectos se reprodujeran.

Seis meses más tarde, en agosto de 2020, ya se habían fumigado unas 650.000 hectáreas con biopesticidas, matando a unos 440.000 millones de langostas. La plaga estaba en retroceso, pero aún era pronto para cantar victoria. En la actualidad, la batalla sigue su curso. Uno de los frentes está situado en el norte de Kenia. Allí, la FAO ha unido fuerzas con el sector privado, los ancianos de las comunidades y el Gobierno keniano para combatir estos enjambres. En las zonas densamente pobladas, la operación de control tiene que llevarse a cabo en tierra, con rastreadores que rocían el insecticida desde mochilas especiales o desde dispositivos de fumigación montados en la parte trasera de camionetas.

Seis meses más tarde, en agosto de 2020, ya se habían fumigado unas 650.000 hectáreas con biopesticidas, matando a unos 440.000 millones de langostas. La plaga estaba en retroceso, pero aún era pronto para cantar victoria. En la actualidad, la batalla sigue su curso. Uno de los frentes está situado en el norte de Kenia. Allí, la FAO ha unido fuerzas con el sector privado, los ancianos de las comunidades y el Gobierno keniano para combatir estos enjambres. En las zonas densamente pobladas, la operación de control tiene que llevarse a cabo en tierra, con rastreadores que rocían el insecticida desde mochilas especiales o desde dispositivos de fumigación montados en la parte trasera de camionetas.

“El año pasado no disponíamos de datos”, explica Casper Sitemba, representante de la FAO. “Cuando empezamos, había personas que llamaban por teléfono para informar de dónde habían visto langostas, pero en esta campaña hemos utilizado muchos medios técnicos para cubrir los vacíos de datos. Hemos creado varias aplicaciones, y con su ayuda hemos podido recoger cantidades ingentes de datos. En estos momentos, la tasa de éxito de nuestros esfuerzos de control es de casi el 86%. Ahora podemos medir los resultados. El año pasado ni siquiera sabíamos cuántos enjambres había, ni dónde estaban cuando se produjo la invasión”.

Según la FAO, la operación en el norte de Kenia ha sido “un gran éxito”. Sitemba calcula que en Kenia, en este momento, solo quedan unos cuantos enjambres, y ni siquiera son tales. “Son lo que llamamos enjambrillos, grupos de langostas que se han escindido de otros más grandes. Pueden cubrir entre 20 y 30 hectáreas, mientras que el año pasado algunos cubrían hasta 3.000 hectáreas. Estamos reduciendo la escala de la operación, ya que la situación ha mejorado mucho, pero seguimos alerta, dado que se acerca la estación de las lluvias”, resume el experto.

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