Son aves que cuentan con unos 32 cm de largo, si se mide de pico a cola, y un peso de aproximadamente 0,35 kg. Cuentan con un pecho muy prominente, así como una cabeza pequeña y el pico hinchado y corto. Las alas, una vez desplegadas, son realmente grandes en proporción al resto de su cuerpo. Las patas, por su parte, son cortas y finas, presentando cuatro dedos.
Estas aves anidaban originalmente en los acantilados, este era su hábitat, es apartir de 1950 cuando las poblaciones de las palomas a nivel mundial empiezan a crecer y a instalarse en las ciudades, utilizando los edificios para anidar, los cuales se parecen a los acantilados originales en los que ellas anidaban. Las ciudades que en esa época empezaban a ser cada vez más grandes, eran el refugio perfecto para estas aves, ya que en ellas carecían de depredadores, como halcones, águilas,… que controlaran la población. Además, los edificios les proporcionaban los mejores lugares para anidar. Por lo tanto, las ciudades proporcionaban a las palomas refugio, lugares seguros para anidar… ¡y también comida fácil! las palomas cambiaron sus hábitos y pasaron de procurarse su alimento a ser casi un carroñero de ciudad, para las palomas es mucho más fácil encontrar comida en las ciudades que en plena naturaleza. Las palomas se han acostumbrado perfectamente al ruido y a los humanos..
Las plagas de estas aves suponen un riesgo para la salud humana importante. Sus desechos pueden provocar más de 40 enfermedades y son portadoras de más de 50 ectoparásitos externos que pueden transmitir tanto a las personas como a los animales: garrapatas, piojos, ácaros, chinches, sarnilla… Estas aves utilizan el propio nido para depositar sus excrementos, y se calcula que cada una de ellas puede producir unos catorce kilos de materia fecal al año. Esto hace que se abran grietas y huecos en las estructuras. El excremento de las palomas provoca un deterioro en edificios, monumentos, calles, parques, plazas… Debido a la acumulación de excrementos puede llegar a desarrollarse la salmonella. La inhalación de excrementos secos o plumas puede provocar la psitacosis e infecciones fúngicas (enrojecimiento, exfoliación, ampollas, descamación de la piel, picor…). Otro lugar, a donde pueden llegar las enfermedades son las huertas, causando que los alimentos queden infectados por clamidia, hongos y bacterias, que luego, pueden transmitirse a los seres humanos cuando se consumen estos alimentos.
Tiene una longitud de 31-34 cm, y una envergadura de 63-70
cm.
Ave compacta, de mediano tamaño, redondeada y de cabeza pequeña.
Muestra una coloración dominante grisácea, con el obispillo blanco y dos bandas alares
negras.
Ave de pequeño tamaño pero de aspecto robusto y voluminoso
(pesa unos 30
gramos, frente a los 7 de un mosquitero común o los 20 de un petirrojo).
Es fácil diferenciar machos adultos de hembras y ejemplares juveniles.
Los machos muestran una coloración más viva, con un visible babero negro, y el píleo
(parte
superior de la cabeza) gris.
Hembras y jóvenes presentan un plumaje más apagado y homogéneo.
Ave palmípeda, de unos 75 cm de largo desde el pico hasta el fin de la cola y un metro de envergadura. Tiene plumaje muy tupido, blanco en general, dorso ceniciento; negras, pero de extremo blanco, las tres penas mayores de las alas, pico anaranjado y pies rojizos. Vive en las costas, vuela mucho, es muy voraz y se alimenta principalmente de los peces que coge en el mar. Hay otras especies muy parecidas, pero más pequeñas.
Miden entre 20-23 cm de largo y se les puede reconocer por sus alas picudas y por su corta cola cuando están volando. A primera vista parece que son negros totalmente, pero sus plumas capturan la luz y puede que parezcan de color verde iridiscente o morados.
Cuanto más tiempo se les permita a las aves anidar o posarse en una zona, más difícil será poder romper esa costumbre.